Al leer un libro utilizamos nuestra imaginación, con ella
comprendemos las palabras del autor, es decir, montamos nuestra propia y
personalizada visión del libro en cuestión. Ningún director de cine llegará a
una interpretación mejor y más adaptada que la mía propia, por eso y casi
siempre la decepción que sentimos después de haber leído un libro y ver su
adaptación en película; en el libro imaginamos la historia usando nuestros
propios recursos sacados de la memoria, trozos de recuerdos de nuestra propia
experiencia.
En la película el director escoge actores que nada se
parecen a los que imaginamos, los paisajes, la decoración, etc., todo tan
distinto a lo que imaginamos que al final terminamos pensando que la película es
ajena al libro.
Aún así pongo a vuestra disposición el tráiler de la
película Una maestra en Katmandú, para que me deis la razón de todo esto.
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